domingo, 18 de julio de 2010

Pseudo matrimonio: Las consecuencias no tardarán en apreciarse

El obispo de Nueve de Julio, monseñor Martín de Elizalde OSB, consideró que la aprobación en el Senado de la Nación de un pseudo matrimonio entre personas del mismo sexo, tras un arduo debate social, puso al país “frente a una situación nueva e inesperada”.

Tras “deplorar que esto haya sucedido”, dijo que “el resultado al que se ha llegado nos cuestiona a todos acerca de la seriedad del compromiso evangélico que decimos tener. El áspero contexto político no puede justificar lo sucedido”.

“Con el transcurso del tiempo se esclarecerán algunos aspectos y se establecerán nuevas pautas de conducta en la sociedad. Sus consecuencias se podrán apreciar en muchos ámbitos, no inmediatamente tal vez, pero habrán de repercutir ciertamente en la vida familiar y en la formación de los jóvenes”, advirtió.

El prelado recordó, sin embargo, que “hay algo que no cambia ni puede cambiar, y es la ley de Dios y el llamado de la conciencia, que se encuentra en cada persona. Como creyentes, debemos dar un testimonio de coherencia y de fidelidad, sin dejarnos impresionar por las corrientes dominantes pero engañosas, ajenas a un proyecto verdaderamente creativo y orientado hacia el bien integral de las personas. Tenemos que mantener nuestro aprecio y nuestra adhesión a la familia tal como Dios la ha querido, y fue establecida en el orden natural”.

“La doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia y sobre la sexualidad no altera ni deforma lo que la misma naturaleza provee, en la vida y el desarrollo de cada persona libre dotada de inteligencia. Al contrario, ilumina desde la fe y constituye una ayuda para su realización en esta vida y para alcanzar el cumplimiento de esos objetivos”, subrayó.

Monseñor Elizalde estimó que “ahora, de manera clara y elocuente, nos ha sido confiada una misión: ofrecer a nuestros hermanos el testimonio de esta realidad querida por Dios: la familia, la estabilidad matrimonial, vivida en la fe que sostiene y anticipa el cumplimiento de las metas, el respeto por la vida”, y pidió rogar a Dios que “nos mantenga unidos y fervientes, y que nuestras familias sigan siendo la muestra de su presencia entre nosotros, por el amor y por la vida”.


FUENTE.: http://www.aica.org/index.php?module=displaystory&story_id=22523&format=html&fech=2010-07-16

jueves, 15 de julio de 2010

Cartasso rechazó por insultantes y ofensivas declaraciones de Pichetto

El doctor Guillermo Cartasso, referente laico, manifestó su rechazo a la ley sancionada ayer en el Senado, al considerar que “violenta el principio de igualdad”, ya que “pretende tratar de idéntica manera a situaciones que evidentemente no son idénticas entre sí, porque una pareja formada por un hombre y una mujer no es lo mismo que una pareja formada por personas del mismo sexo”.

Tras indicar que “somos gente de la democracia pero queremos una democracia que sea limpia y que respete el principio mayoritario, que seguro es capaz de reconocer los derechos de la minoría cuando estos son tales”, expresó su convencimiento de que “sin las presiones políticas, con una auténtica libertad de conciencia, con la presencia debida de todos los legisladores en el debate y en la votación parlamentaria esta ley no hubiera sido aprobada”.

Cartasso reconoció “la valiente labor de los legisladores que apoyaron con gran esfuerzo la vigencia de lo que entiendo, a la luz de la ley natural, es el único y auténtico matrimonio”, y consideró “lamentables las declaraciones insultantes, ofensivas y descalificantes del senador (Miguel) Pichetto hacia obispos de mi Iglesia”.

“Estas declaraciones no edifican una cultura de la paz ni se compadecen con la diversidad lógica que existe en una sana democracia; son la muestra de una intolerancia lamentable que, gracias al mandato de amor de Jesús, nos impulsa a rezar por él. Nada se construye sobre el resentimiento ni el odio”, aseveró.

Texto completo de la declaración
Ante todo quiero volver a reiterar mi respeto por todas las personas homosexuales. Todos somos iguales ante la Ley y ante los ojos de Dios. Quiero también manifestar que rechazo cualquier tipo de discriminación arbitraria que opere en contra de cualquier persona, cualquiera sea su condición.

Lo que estuvo en discusión hasta ayer fue un proyecto de ley y en este sentido creo que lo que ha sancionado el Congreso violenta el principio de igualdad. Se pretende tratar de idéntica manera a situaciones que evidentemente no son idénticas entre sí, porque una pareja formada por un hombre y una mujer no es lo mismo que una pareja formada por personas del mismo sexo.

En lo personal también creo que la sanción del Congreso discrimina a aquellos niños a los cuales se le negará el derecho a criarse en el seno de una familia donde tengan la experiencia vital de lo masculino y lo femenino, lo cual es fundamental para su formación integral. Además la ley que acaba de sancionarse afecta profundamente el régimen de filiación y desconoce el derecho del niño a la identidad. Se ha aprobado una reforma de la ley 26413 que establece que un niño nacido de una mujer pretendidamente casada con otra mujer sea anotado con dos mamás y sin papá, alterando profundamente sus vínculos más íntimos y fundantes de la personalidad.

La ley sancionada, además de no ser beneficiosa para la edificación de una sociedad justa, es de una factura paupérrima que deja muchos puntos sin solución y que plantea a futuro muchos interrogantes sobre todo en lo constitucional y en materia del interés superior del niño.

En materia política es evidente que hubo presiones indebidas desde el poder institucional que llevaron, por ejemplo, al senador Mansilla a renunciar a su puesto en la Comisión de Legislación General del Senado y a ausentarse luego en el momento de la votación. También es incomprensible la ausencia de dos senadoras que viajaron a China cuando su misión fundamental, para la cual fueron elegidas, era estar en el recinto debatiendo y votando una ley donde se juegan cuestiones fundamentales para la construcción de una Nación donde impere la justicia y un Orden Público, que no esté afectada por ideologismos sino que tenga la sabiduría que nos legó no sólo el codificador sino también la cultura occidental. Es indudable que estos hechos embarraron el surgimiento de esta ley y nada hay peor para esta democracia que la facturación de leyes que nacen viciadas por este tipo de procedimientos y en el marco de una evidente falta de consenso mayoritario. Las provincias argentinas no fueron escuchadas y una vez más el federalismo quedó sacrificado en el altar de una ideología pseudoprogresista gestada principalmente en Buenos Aires.

Somos gente de la democracia pero queremos una democracia que sea limpia y que respete el principio mayoritario, que seguro es capaz de reconocer los derechos de la minoría cuando estos son tales. Si queremos crecer en una democracia republicana virtuosa no podemos jugar con ella alterando sus reglas elementales. Estoy convencido que sin las presiones políticas, con una auténtica libertad de conciencia, con la presencia debida de todos los legisladores en el debate y en la votación parlamentaria esta ley no hubiera sido aprobada.

Por otro lado es justo reconocer la valiente labor de los legisladores que apoyaron con gran esfuerzo la vigencia de lo que entiendo, a la luz de la ley natural, es el único y auténtico matrimonio. A su vez considero lamentables las declaraciones insultantes, ofensivas y descalificantes del senador (Miguel) Pichetto hacia obispos de mi Iglesia: estas declaraciones no edifican una cultura de la paz ni se compadecen con la diversidad lógica que existe en una sana Democracia; son la muestra de una intolerancia lamentable que, gracias al mandato de amor de Jesús, nos impulsa a rezar por él. Nada se construye sobre el resentimiento ni el odio.

Vivimos una cultura en crisis y esta situación no nos derrota en el compromiso por el bien común que, para los cristianos, surge de la Fe en Jesucristo y en su Resurrección para la Vida de todos los hombres. Nuestro compromiso está siempre con los más pobres y los más débiles de esta sociedad a la que obviamente, reitero, la queremos sin excluidos. Conservamos firme la esperanza y sabemos que el tiempo nos ayudará a todos a construir una Nación donde imperen el amor y la paz.+

FUENTE.: http://www.aica.org/index.php?module=displaystory&story_id=22511&format=html&fech=2010-07-15